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Poética Pictorial

    Los órganos humanos elegidos que conforman la simbología del proyecto, ya se han enseñado. Pero en este último punto, se explicará concretamente, los últimos conceptos tanto genéricos como concretos de cada órgano. Del corazón, de los pulmones, del cerebro y el ojo. Todos ellos con puntos en común, pero con las cualidades diferentes.


"Pero el intelecto del artista no sólo tendrá que estar claro, sino que también debe tener libertad, y su espíritu debe estar exento de cadenas, en lugar de frenado por la servidumbre mecánica de tales reglas" . (Zuccari cit: Barash, 2010, TAT: 244)


    Por tanto, la simbología es el conjunto de cadenas marcadas por el propio proyecto, que abre las puertas a su experimentación de las formas esenciales, para encontrar una manera más o menos sintética de expresar las emociones y sentimientos, de sentirse a pleno o sentirse solo. Y así dejar fluir la técnica en el agua, como un fluyente continuo a la hora de ejecutar cada pieza. Aunque estén precedidas de esbozos, y todo esté en cierta medida controlado, o predispuesto.

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    Un órgano que late bastante, que siente las idas y venidas del amar, del ser amado, del sentir miedos, angustias, estrés... Miles de emociones y sentimientos arraigados a un movimiento dentro del pecho. Una calidad sensitiva que a partir de los detalles reales del órgano del corazón, inspiran las líneas sinuosas, el movimiento de un latir ficticio que se mueve a través de las manchas y las transparencias. Qué se rodean del pan de oro, que atribuye la parte de luz, la espiritualidad que representa una simbolización de lo esencial en el momento álgido del navegar en la obra.
    También la parte racional que se manifiesta en todos los demás órganos plasmados con el dibujo, recreando las formas concretas de lo que recuerda a mi persona la esencia de ese órgano o ese otro.
¿Por qué esos órganos y no otros? Pues la respuesta es muy sencilla. Se basa en el recorrido personal de dónde se sienten las emociones. Un recorrido que comienza sin darte cuenta por la vista, donde la belleza se filtra continuamente sin descanso. Entonces llega esa belleza a hacer latir el corazón, dedicando y empezando a sentir más allá que una emoción. Seguidamente la angustia de sentir el amor, de sentirse amado, o de vacío por no encontrar el consuelo de lo bello que no puedes conseguir se transmite a la respiración, es decir, pasa por los pulmones. Por último, emerge el sentido del símbolo del cerebro como racional, como pensamiento.
   

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